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AÑO 2000 JUBILEUM
El hombre y la tierra
El vino es hijo del tiempo. Como el hombre crece, después de nacer, hacia la madurez. Cada tramo vivido merece desde siempre la atención humana capaz de perpetuar, con un gesto permanente, la sucesión de pasos que tejen el curso de lo que existe.
El vino tiene nombre y apellido. Expresa no sólo el terreno donde la viña crece. También la presencia del hombre que cuida y guía los procesos naturales hacia el milagro que encierra la botella.
La familia Terra Oyenard, propietarios de Los Cerros de San Juan, tiene sus raíces vascas en el pueblecito de los Pirineos St. Jean Pied de Port. En esa región, donde la uva Tannat despliega sus racimos, cerca de Madiran, nacieron los antepasados que con el correr de los años trasladaron al Uruguay la pasión por el vino y la variedad Tannat.
La nobleza de un viñedo implica la sabiduría vegetal que otorga la edad. En la Viña Vieja de Los Cerros de San Juan las plantas rondan el siglo de vida. De allí provienen los vinos de la serie Cuna de Piedra, que han ganado no solo el aplauso de los consumidores, sino también las medallas nacionales e internacionales que reconocen su calidad.
Hoy que la variedad Tannat es el buque insignia del viñedo uruguayo, es justo recordar que a principios del siglo, hacia 1900, los vinos de Los Cerros de San Juan compartían las cartas de los más distinguidos restaurantes del país, con los caldos franceses, españoles e importados, con un alto porcentaje de la uva Tannat. El Tannat era ya para la bodega el primer fundamento de un buen vino
Un paisaje tranquilo.El vino está afincado en el paisaje. Se abraza a la tierra de donde proviene y la expresa con elocuencia. El marco natural del viñedo y la bodega de Los Cerros de San Juan es un lugar de suaves cerros, moderadas alturas y curvas serenas con laderas que terminan en la ribera de los meandros finales del Río San Juan.
El suelo está signado por los cantos rodados que se ven, pulidos, a flor de tierra. De ese suelo con avaricia y riqueza paradójica la cosecha nunca desborda los 9.000 kilos por hectárea. Esa contención enemiga de la abundancia torrencial otorga las características de color, aroma y sabor que distingue a la línea Cuna de Piedra y su reconocido y tantas veces premiado Tannat.
Ese suelo y ese entorno dan razón a la importancia del viñedo en la gestación de un gran vino. El enólogo responsablemente se mueve entre las hileras de las viñas y las filas de los toneles en busca de la conjunción armónica de la naturaleza y la sabiduría humana, boda feliz de la cual nace la cultura que el vino expresa sin titubeos.
El tiempo no se detiene aunque el hombre sueña detenerlo. Hacer de cada minuto una eternidad era el anhelo de Fausto, tan fuerte que hace por él el pacto con el demonio.
Sin recurrir a medios semejantes, el afán de perdurar que late en el alma de los hombres lo mueve a señalar en la sucesión de los minutos, las horas y los días, hitos para recordar, signos que destacan ese instante con la secreta aspiración de fijarlo. Esas anclas que se echan en la corriente para que la nave no derive.
El año 2000 es una de esas instancias. No solamente porque cambiamos abruptamente de cifra en la anotación, también porque es con profunda esperanza que aguardamos todos un tiempo mejor.
Por ello Jubileum, el vino creado por Los Cerros de San Juan para esa ocasión, pretende expresar el espíritu de la indulgencia. La indulgencia es la capacidad de comprender y amar, dos movimientos del alma que se apoyan en la noble intención de acercarnos y reunirnos en una fraternidad profunda que el vino sella. Cuando la copa se levanta y se pronuncia el sacramental deseo de salud!, el vino expresa su alma conciliadora. Por ello Jubileum, que nace de la viña más venerable de Los Cerros de San Juan, tiene ese tono sereno y dulcificado por barrica y tiempo, madera y espera, actitud que es hermana de la esperanza. En realidad, todos esperamos que el 2000 sea un tiempo de indulgencia, de paz y amor para que el vino pueda celebrar su íntima condición tejida de dulce sabiduría y serena amplitud.
Tannat 97 - Jubileum - Un vino que se medita en el paladar
La descripción de JUBILEUM, puesto e unos 19 grados de temperatura, permite a los sentidos obtener el perfil que lo define.
En la copa el color es rubí, evolucionado hacia el ocre, perdida ya la calidad violeta habitual del Tannat joven. En la fase olfativa despliega aromas evolucionados que respiran vainilla y cacao, sobre un fondo de frutos (moras y cassís), que se asoman por debajo de las notas primeras. Al mismo tiempo se expresa con un carácter hondo, serio, una capacidad reflexiva que habla de calma y reposo.
En el sabor es seco, armónico, con un gran paso de boca, ya que la colma con su presencia frutal y taninos muy aterciopelados. El vino avanza hacia un final persistente que corre sobre un tapiz de ligerísima calidad tánica confundido con la fruta en un acorde perfecto. Así, en el sorbo habla de aceptación, en el rumiado pensante de lo que ocurre, camino de sabiduría que debe, necesariamente, conducir a la indulgencia. Es decir, la amplitud de comprender para conciliar.
Concilia en la copa la armonía de sus componentes, y propone en la tierra la herencia de amor y paz que el vino alberga como un mandato.
H.G.R.
Jubileum y su “Cuna de Roble”
Su estuche de roble prismático triangular es fruto de un diseño que armoniza por su forma y material con el mensaje que el vino lleva. Ha sido confeccionado a partir de las antiguas barricas, que arribaron en el siglo XIX a nuestra Bodega de Piedra, provenientes de la Selva Negra, Alemania.
Estos cascos de 2.700, 3.600 y 5.000 lts; han sido los únicos en Uruguay de tal calidad y
procedencia, por lo cual hemos mantenido como preciado tesoro un importante volumen
de ellos.
A través de sus duelas, han respirado por más de un siglo muchos grandes vinos de Los Cerros de San Juan.
Hoy, hemos destinado parte de esas duelas a crear una "Cuna de Roble" , para nuestro "Jubileum ".
Una joya que valdrá la pena conservar aún luego de disfrutado su contenido, por lo irremplazable de su artesanal construcción y material, sumado a un diseño personal muy especial que brinda un mensaje de fortaleza, equilibrio, belleza....
Solo mil doscientas Jeroboam (3 lts.) numeradas, con sus respectivos estuches "Cuna de Roble", estarán disponibles para el consumo a partir de diciembre de 1999.
