El perfil sensorial de este vino es evocador de años bien vividos. Su color permanece intacto. A la nariz destaca  perfumes variados y profundos que se suceden sin pausa desde la primera olfacción al retrogusto. Se descubren uno a uno con la claridad  de la edad madura. En la boca tiene un tacto suave y pleno porque la magia del tiempo fue capaz de moldear con sabiduría el  temperamento fuerte de su juventud.

Para disfrutar su plenitud desde el primer instante será mejor servirlo decantado. En el  pasaje de la botella, que lo contuvo por tan largo tiempo, a una jarra decantadora recibe un abrazo de oxígeno que lo anima a mostrarse nuevamente con todo su color, olor y sabor. Refrescarlo si su temperatura fuera superior a los  18ºC. Servir en  una copa grande que se estreche en los bordes para apreciarlo todo sin palidecer  ninguna sensación.